jueves, febrero 16, 2006

Curso de Finanzas 03


Volvamos a la historia de Arkad, el hombre más rico de Babilonia...

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Yo me preguntaba, ¿Cómo puede decir que una parte de lo que gano es mío? ¡TODO lo que gano es mío!

El anciano prestamista me miró y me dijo:

Estás equivocado. ¿No pagas acaso al que hace tus túnicas? Lo mismo con el que hace tus sandalias, y el que trae tus verduras. ¿Dónde está el dinero que ganaste el mes pasado? ¿O el año pasado?

¡Tonto! Pagas a otros, pero no a ti mismo. Trabajas para otros y no para ti mismo. Estarías en la misma situación si fueras un esclavo y trabajaras por comida, techo y ropa.

Dime, si ahorraras el diez por ciento de lo que ganas todo el año, ¿cuánto tendrías en 10 años?

Respondí: Las ganancias de un año entero.

Me dijo: Eso es sólo una media verdad, ya que cada moneda de oro ahorrada, trabajaría para ganarte otras, de tal manera que tus ahorros tendrían hijos e hijas que pueden trabajar para ti.

Lo que ahorras debe trabajar, y los hijos de tus ahorros deben trabajar también para ti, para que al final puedas tener la abundancia que tu corazón anhela.

Págate a ti mismo, no menos de un diez por ciento de lo que ganes, y que sea tanto como puedas. Debe ser un monto aparte de lo que das a tu Dios, y de lo que gastarás en comida y otras cosas necesarias.

La abundancia, como un árbol, crece de una pequeña semilla.

Este es el primer principio:

Una parte de todo lo que gano, es mio para guardarlo.



G. Jorge Medina

Defensores de la Fe

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Mientras continuamos nuestra aventura en el mundo de finanzas de Babilonia, es importante recordar que todos estos principios deben ser ejercitados en un contexto netamente cristiano. Se asume que el lector es fiel en sus diezmos y ofrendas a su iglesia local (Malaquias 3:8-10). 1 Timoteo 6:10 no dice que el dinero es la raiz de todo mal, sino que EL AMOR AL DINERO es la raíz de todo mal. La diferencia es obvia. Nuestras finanzas, administradas en la voluntad de Dios, ahorrando con vista a un buen futuro (Proverbios 6:6-8) son bendición de nuestro Señor. Le aconsejamos lea el Libro de Proverbios para aprender otros principios similares.

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Estudio basado en el libro “The Richest Man in Babylon.”

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