No hay nada malo con vestirse bien, combinando bien la ropa, y (dependiendo de la ocasión) a veces hasta vestirse de manera elegante. Pero convertir las celebraciones de la iglesia (convenciones, eventos juveniles, Año Nuevo, etc.) en desfiles de modas, traiciona la modestia cristiana enseñada por textos como 1 Timoteo 2:9–10 y 1 Pedro 3:3–5 y quita el significado de la confraternidad (mejor dicho: hermandad) cristiana que Dios diseñó para que los suyos tuvieran.
Vístete de tal manera que tu vestimenta no incomode a los pobres de la congregación ni ponga una carga financiera sobre ellos para tratar de estrenar ropa nueva cuando están posiblemente pasando tiempos de necesidad.
Si hemos de glorificar a Dios, hagámoslo en todo.
Esto no significa que no debas verte bien, simplemente significa que consideres a los demás (que también fueron comprados por la sangre de Cristo) cuando estés planeando tu vestuario. La realidad es que hay iglesias enteras que su más grande preocupación es qué vestirán para tal ocasión, de tal manera que la ocasión casi se convierte en una competencia entre familias (¡ni qué se diga de dar premios a los mejor vestidos!). Se pierde el enfoque de Cristo, el cuidado por los hermanos de menos recursos, y ciertamente el enfoque en la modestia.
"...con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras..." (1 Timoteo 2:9–10)
"Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios." (1 Pedro 3:3–5)
Finalmente, permítame enfatizar que esta recomendación también aplica a los varones, y a los pastores.
Shalom
www.defensoresdelafe.org
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Finalmente, permítame enfatizar que esta recomendación también aplica a los varones, y a los pastores.
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