martes, diciembre 11, 2007

Encontrando consuelo en el libro de Lamentaciones


Se dice que fue el profeta Jeremías que escribió (o dictó) el libro de Lamentaciones. En él se detallan los sentimientos del profeta al ver la desolación de Jerusalén y la destrucción del templo. Las descripciones llenas de emoción han llevado a los estudiosos a denominar a Jeremías como "el profeta llorón."

Jeremías había estado advirtiendo que el castigo por la idolatría y la infidelidad al pacto de YHWH sería el exilio a Babilonia. A diferencia de otros profetas, y puesto que el juicio de Dios ya había sido decretado, Jeremías le dice al pueblo que no peleen en contra del invasor babilónico, sino que acepten el castigo de Dios y se arrepientan de su pecado. Judá decide que YHWH no permitiría que Su templo sea destruído y Su pueblo llevado en cautiverio. ¡Cuán equivocados estaban!

El libro de Jeremías detalla toda esta historia, revelando a YHWH como un Dios justo que castiga el pecado, y al mismo tiempo un Dios misericordioso que ama con un amor eterno. Tal amor lleva a Dios a revelar la futura restauración de Judá a su tierra, y un nuevo pacto que vendría a escribir la ley de Dios en los corazones de los hombres.

El libro de Lamentaciones
da palabras de esperanza para todo creyente que esté pasando tiempos de angustia. La Palabra inspirada por Dios es como un bálsamo en la herida de un corazón destrozado por el sufrimiento:

Lamentaciones 3:19-25

"Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel; Lo tendré aún en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí; Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré. Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré. Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca."

Lamentaciones 3:55-59

"Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda; Oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros. Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas. Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida. Tú has visto, oh Jehová, mi agravio; defiende mi causa."

Y la palabra de esperanza para la restauración final:

Lamentaciones 4:22

"Se ha cumplido tu castigo, oh hija de Sion;
Nunca más te hará llevar cautiva."


Creo que nunca oí un mensaje predicado del libro de Lamentaciones, pero su rico contenido, que revela el plan misericordioso de Dios aún en medio de su juicio por el pecado humano, lo hace muy útil para explicar el sufrimiento y restauración de un corazón apóstata, y para traer consolación al corazón sufriente.


G. Jorge Medina
Defensores de la Fe

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