miércoles, julio 19, 2006

Fabricando "dioses"

El mormonismo a través de su historia ha mantenido firme su idea de que el hombre puede llegar a ser un "dios" tanto como Jesucristo o Elohim.

Aunque algunos piensan que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días es trinitaria, la verdad es que el mormonismo es politeista. Ellos creen que hay millones de dioses, pero escogen adorar sólo a tres: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Estos tres son seres totalmente separados. El Padre fue un día un hombre como cualquier otro, pero mediante su obediencia a las leyes de progresión (el "evangelio eterno" mormón) se convirtió en Dios. Y ahora reina en este universo creando hijos e hijas espirituales a través de relaciones sexuales con sus muchas esposas. El mismo destino le espera a todo mormón fiel que cumpla a cabalidad las ordenanzas de la iglesia mormona, incluyendo el matrimonio eterno en el Templo mormón. "Considere este hecho: Su matrimonio es un laboratorio para la deificación." (Manual de los Santos de los Ultimos Días, Realizando un Matrimonio Celestial, pág. 65). "Entonces serán ellos dioses, porque no tienen fin..." (Escritura sagrada mormona, Doctrina & Convenios 132:20).

La esperanza de todo varón mormón es el de tener un día su propio mundo sobre el cual será "dios," procreándo eternamente con sus muchas esposas, hijos espirituales que luego nacerán en ese mundo tomando cuerpos de carne para comenzar a su vez, su camino a la deificación.

Hay variedades del Budismo que también convierten al creyente en Dios a través de las correctas prácticas meditativas. El objetivo en tales sectas es el de meditar hasta darse cuenta que uno mismo es "dios." Esta idea es reflejada en otras sectas de la Nueva Era.

Recordemos que la primera mentira en el Jardín del Edén fue que uno puede ser como Dios:

"Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal." (Génesis 3:4-5)

Ese objetivo fue también el de Lucero o Lucifer: ser como Dios, lo cual lo convirtió en el diablo por toda la eternidad.

La Escritura revela que Dios quiere que seamos sus hijos, pero no promete deificación, sino comunión eterna con Dios.


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