jueves, agosto 10, 2006

Predica "La Palabra"

No somos solamente llamados a "predicar," sino como Pablo a Timoteo, se nos insta:

"Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos e su manifestación y en su reino [note la fuerza de la comisión dada en esta introducción; es casi como que si no hacemos esto apropiadamente el juicio de Dios caerá sobre nosotros. Pablo continúa:], que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuer de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina." (2 Timoteo 4:1-2)

Note los elementos que deben haber en tal predicación: animar, corregir, reprender, y exhortar con paciencia, pero sin olvidar la importancia de la doctrina o instrucción apostólica (en Griego: didaskalia). Todo esto brota de y tiene su orígen y aplicación en la misma Escritura.

La predicación no es para entretener a la gente, sino para alimentarla espiritualmente. Obviamente esto no es excusa para hacer de la prédica algo monótono o aburrido. La utilización de técnicas didácticas es apropiada, pero las ilustraciones no pueden reemplazar el mensaje. Y esa es precisamente la necesidad de nuestros púlpitos: tener predicadores con un mensaje bíblico.

Puede ser un mensaje de aliento e inspiración, pero debe estar fundamentado bíblicamente. Los mensajes que el predicador da instando a la gente a "pisar al diablo," pueden inspirar, pero después de un tiempo se vuelven simplemente slogans que no alimentan ni enseñan qué es verdaderamente vencer al enemigo y cómo se logra esto en la vida práctica de la persona, es decir, después del culto, en el trabajo, en la escuela o aún en la vida familiar.

Vez tras vez vemos nuestra gente saliendo de conferencias donde "se movió el poder de Dios" (traducción: todos estaban emocionados), "el mensaje estaba buenísimo" (traducción: el mensaje provocó la participación efusiva de la gente), pero o no se acuerdan qué fue lo que se predicó o simplemente responden con algo como, "fue sobre tener victoria, vencer al enemigo o algo así." Es decir, no hubo sustancia en el mensaje.

Una de las necesidades supremas de nuestra hora es la de tener predicación expositiva bíblica en los púlpitos pentecostales, en vez de buscar el último método de iglecrecimiento que algun grupo carismático está utilizando, o dejarse llevar del último viento de falsa doctrina haciendo sus rondas por las iglesias.

Timoteo, ¿dónde estás? La iglesia apostólica del Siglo XXI te necesita desesperadamente.


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