
La pregunta sobre 1 Juan 5:7 trajo a mi mente la gran diferencia en la manera en que trinitarios y unicitarios leemos la Biblia.
El trinitario tiene una doctrina que lastimosamente ha recibido por tradición de la Institución Católico Romana, sin base en las Escrituras.
La manera en que tal persona se acerca a la Escritura para ver en ella la Trinidad es buscando cualquier versículo que parezca usar múltiples títulos para Dios, o que haya un sentido plural de cualquier manera en cualquier parte, para de esa manera tratar de probar lo que cree. Aplican tales títulos o manifestaciones y ya ven "Personas." Algunos ven al Padre en un lado, al Hijo a su derecha literal, y al Espíritu Santo volando sobre ellos, sin darse cuenta que tal punto de vista es esencialmente politeísta.
Agarrarán cualquier lenguaje bíblico, aunque sea simbólico (i.e. "diestra de Dios", Apocalipsis, etc.) y lo convertirán en lenguaje literal que muestra "Personas" divinas, cuando esa no era la intención de los escritores bíblicos.
El unicitario tiene una doctrina que ha recibido por revelación bíblica desde el fundamento de Deuteronomio 6:4, "Oye, Israel: YHWH nuestro Dios, YHWH uno es." Luego analiza lo que el Nuevo Testamento dice de Jesús en pasajes como Colosenses 2:9, "En [Jesús] habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad." y concluye que si hay un sólo Dios y ese Dios habita en Jesús, entonces Jesús es la plenitud de la Deidad manifestado en carne.
Toda pluralidad asociada con Dios es vista por el unicitario como una pluralidad no de entidades, personas o dioses, sino como una pluralidad de oficios o manifestaciones.
Creo yo que esta última manera de acecarse al tema de la Deidad es la manera correcta.
El movimiento Protestante, y por ende el mundo evangélico, en teoría creen en la doctrina de
Sola Scriptura (Sólo la Biblia) como base de toda su creencia; pero en la práctica han traicionado los mismos principios de la Reforma por aceptar la doctrina de la Trinidad que es en realidad una evolución de la doctrina monoteísta cristiana, mezclada con los principios de la filosofía griega en los siglos tercero y cuarto.
Invito a todos, tanto católicos como evangélicos a volver al fundamento seguro de la Palabra de Dios, dejar las tradiciones de los hombres a un lado, y descubrir que si tenemos a Jesús, estamos completos en Él que es la cabeza de todo principado y potestad (Vea Colosenses 2:8-10).
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